EL
LLAMADO ''MEJOR EQUIPO DE LA HISTORIA''
“El mejor equipo que jamás he visto eran los
76ers de la temporada 1966-67”. Con estas palabras
reflejaba Wilt
Chamberlain la
importancia de este mítico conjunto.
Los 76ers de aquella
temporada consiguieron un récord histórico en liga regular de 68-13,
posteriormente superado por los Lakers en 1972 y más tarde por los Bulls en 1996. En 1966-67, la NBA era mucho más pequeña que
hoy en día, por lo que los jugadores se conocían mucho más entre sí, así como
las canchas. Aunque los Celtics iban en camino hacia su noveno título
consecutivo, los 76ers de Chamberlain estaban más fuertes que nunca, realizando
éste una temporada regular brillante; aunque sus promedios anotadores
descendieron (24.1), lideró la liga en rebotes (24.2), en porcentaje de tiros
de campo (68.3%), en minutos (45.5) y tercero en asistencias (7.8).
En cuanto a los
76ers, promediaron 125.2 puntos por partido, el tercer mejor promedio en la
historia de la NBA. Era un equipo muy profundo, con todas las posiciones
perfectamente cubiertas y en el que las responsabilidades del ala-pívot
variaban de las del alero, y las del base del escolta. Un equipo único y
realmente completo.
Junto con
Chamberlain, en la pintura estaba Lucious
Jackson, un ala-pívot intimidador, seguido del alero Chet “the
Jet” Walker; rápido, anotador y con buena mano. Hal Greer,
futuro Hall of Fame,
era el escolta del equipo, promediando 22.1 puntos por partido, y finalizando
con el base Wali Jones.
En el banquillo
estaba Billy
Cunningham, un jugador de segundo año que promedió 18.5 puntos en
solo 26.8 minutos. Cunningham, futuro Hall of Fame, era el sexto hombre,
ejemplo de la calidad de este equipo. Larry
Costello servía de
reserva de Jones en el puesto de base, con el veterano alero Dave Gambee y los rookies Bill
Melchionni y Matt Guokas esperando su turno en el banco.
En un esfuerzo por
defender el anillo, los Celtics contrataron a los veteranos Bailey Howell y Wayne Embry,
pero no parecía ser suficiente para derrotar al equipo que habían construido
los 76ers. Aunque los verdes ganaron 60 partidos, Philadephia ganó ocho más;
además, ganó sus siete primeros partidos, y 15 de sus 16 primeros. Boston
eliminó a los Knicks en primera ronda y los 76ers a Cincinnati
Royals, viéndose las caras en las Semifinales del Este, serie
deseada.
Los Celtics
prácticamente no presentaron problemas a los 76ers, que encarrilaron la serie
por 3-0 con un Chamberlain fabuloso consiguiendo el récord de más rebotes en un
partido de playoffs con 41 rechaces. A pesar de que Boston salvó la cara en el
cuarto partido ganando 117-121, solo serviría para alargar la agonía. En el
quinto y definitivo partido, los 76ers clavaron la puntilla a unos Celtics
agonizantes, batiéndoles 140-116. Chamberlain, que había ganado la batalla
personal ante Russell, frenó las celebraciones con champán en el vestuario
diciendo a sus compañeros que la victoria sobre Boston solo importaría si
ganaban el campeonato.
Los Celtics no podían
hacer otra cosa si no felicitar a su verdugo, entrando Russell en el vestuario
para felicitar a Chamberlain. “Ellos juegan de la misma manera que lo hemos
hecho nosotros en los últimos nueve años. En otras palabras, juego en equipo”,
dijo K.C. Jones.
Dos semanas más
tarde, los 76ers conseguirían el anillo de campeón tras ganar en seis partidos
las Finales a San Francisco Warriors, que habían
sustituido a Alex Hannum por Bill Sharman en el puesto de entrenador. Los
Warriors poseían el mejor balance del Oeste, 44-37, además de contar con el
mejor anotador de la liga, Rick Barry.
“Fue una temporada
preciosa, preciosa”, exclamó Greer. “Sabíamos que lo teníamos todo, que íbamos
a ganar la mayor parte de nuestros partidos, el asunto era por cuanta
diferencia”.
“La temporada entera
fue mágica”, comentaba el base Jones. “Jugamos casi de manera perfecta al
baloncesto, como un concepto de equipo/familia”.
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