martes, 4 de junio de 2013

Los años 60 (''The best team'')


EL LLAMADO  ''MEJOR EQUIPO DE LA HISTORIA''
“El mejor equipo que jamás he visto eran los 76ers de la temporada 1966-67”. Con estas palabras reflejaba Wilt Chamberlain la importancia de este mítico conjunto.
Los 76ers de aquella temporada consiguieron un récord histórico en liga regular de 68-13, posteriormente superado por los Lakers en 1972 y más tarde por los Bulls en 1996. En 1966-67, la NBA era mucho más pequeña que hoy en día, por lo que los jugadores se conocían mucho más entre sí, así como las canchas. Aunque los Celtics iban en camino hacia su noveno título consecutivo, los 76ers de Chamberlain estaban más fuertes que nunca, realizando éste una temporada regular brillante; aunque sus promedios anotadores descendieron (24.1), lideró la liga en rebotes (24.2), en porcentaje de tiros de campo (68.3%), en minutos (45.5) y tercero en asistencias (7.8).
En cuanto a los 76ers, promediaron 125.2 puntos por partido, el tercer mejor promedio en la historia de la NBA. Era un equipo muy profundo, con todas las posiciones perfectamente cubiertas y en el que las responsabilidades del ala-pívot variaban de las del alero, y las del base del escolta. Un equipo único y realmente completo.
Junto con Chamberlain, en la pintura estaba Lucious Jackson, un ala-pívot intimidador, seguido del alero Chet “the Jet” Walker; rápido, anotador y con buena mano. Hal Greer, futuro Hall of Fame, era el escolta del equipo, promediando 22.1 puntos por partido, y finalizando con el base Wali Jones.
En el banquillo estaba Billy Cunningham, un jugador de segundo año que promedió 18.5 puntos en solo 26.8 minutos. Cunningham, futuro Hall of Fame, era el sexto hombre, ejemplo de la calidad de este equipo. Larry Costello servía de reserva de Jones en el puesto de base, con el veterano alero Dave Gambee y los rookies Bill Melchionni y Matt Guokas esperando su turno en el banco.
En un esfuerzo por defender el anillo, los Celtics contrataron a los veteranos Bailey Howell y Wayne Embry, pero no parecía ser suficiente para derrotar al equipo que habían construido los 76ers. Aunque los verdes ganaron 60 partidos, Philadephia ganó ocho más; además, ganó sus siete primeros partidos, y 15 de sus 16 primeros. Boston eliminó a los Knicks en primera ronda y los 76ers a Cincinnati Royals, viéndose las caras en las Semifinales del Este, serie deseada.
Los Celtics prácticamente no presentaron problemas a los 76ers, que encarrilaron la serie por 3-0 con un Chamberlain fabuloso consiguiendo el récord de más rebotes en un partido de playoffs con 41 rechaces. A pesar de que Boston salvó la cara en el cuarto partido ganando 117-121, solo serviría para alargar la agonía. En el quinto y definitivo partido, los 76ers clavaron la puntilla a unos Celtics agonizantes, batiéndoles 140-116. Chamberlain, que había ganado la batalla personal ante Russell, frenó las celebraciones con champán en el vestuario diciendo a sus compañeros que la victoria sobre Boston solo importaría si ganaban el campeonato.
Los Celtics no podían hacer otra cosa si no felicitar a su verdugo, entrando Russell en el vestuario para felicitar a Chamberlain. “Ellos juegan de la misma manera que lo hemos hecho nosotros en los últimos nueve años. En otras palabras, juego en equipo”, dijo K.C. Jones.
Dos semanas más tarde, los 76ers conseguirían el anillo de campeón tras ganar en seis partidos las Finales a San Francisco Warriors, que habían sustituido a Alex Hannum por Bill Sharman en el puesto de entrenador. Los Warriors poseían el mejor balance del Oeste, 44-37, además de contar con el mejor anotador de la liga, Rick Barry.
“Fue una temporada preciosa, preciosa”, exclamó Greer. “Sabíamos que lo teníamos todo, que íbamos a ganar la mayor parte de nuestros partidos, el asunto era por cuanta diferencia”.
“La temporada entera fue mágica”, comentaba el base Jones. “Jugamos casi de manera perfecta al baloncesto, como un concepto de equipo/familia”.

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